Cuando se habla de ciberseguridad, el papel del Consejo de Administración nunca ha sido tan crítico. Ya no es posible que los consejeros consideren la seguridad informática como un asunto meramente técnico. Un Consejo preparado para afrontar una brecha puede ayudar a que una organización no solo sobreviva a un incidente, sino que salga fortalecida. Para lograrlo, los Consejos deben adoptar un enfoque proactivo, integrando la Ciberresiliencia en la gobernanza, la cultura y la toma de decisiones. 

Comprender el riesgo cibernético como riesgo empresarial 

Una brecha puede provocar daños financieros, interrupciones operativas, sanciones regulatorias y pérdida de confianza. Estos impactos ponen en peligro la propia viabilidad de la organización. Los Consejos deben entender que la seguridad informática es inseparable de la gestión global de riesgos empresariales. Esto significa que los asuntos de seguridad deben tratarse al mismo nivel que los riesgos financieros, la estabilidad de la cadena de suministro o los cambios del mercado. Al tratar las amenazas cibernéticas como riesgos empresariales, los consejeros pueden tomar decisiones informadas sobre inversiones, apetito de riesgo y resiliencia a largo plazo. 

 

Dar ejemplo desde arriba 

Los Consejos tienen un poder único para moldear la cultura organizativa. Una organización preparada para una brecha es aquella en la que la seguridad está integrada en las operaciones diarias y no se trata como un añadido. Cuando los consejeros hacen las preguntas adecuadas, exigen actualizaciones periódicas y subrayan la importancia de la resiliencia, transmiten el mensaje de que la seguridad es una responsabilidad compartida. Este compromiso descendente ayuda a romper los silos y garantiza que los empleados de todos los niveles reconozcan su papel en la protección de la organización. 

Regulaciones que exigen responsabilidad al Consejo 

Cada vez más, los reguladores asignan la responsabilidad de la ciberresiliencia directamente al Consejo de Administración. En el Reino Unido, las regulaciones NIS (y la directiva NIS2 en la UE) exigen a los Consejos supervisar la planificación de la respuesta a incidentes, la gestión de riesgos y las obligaciones de notificación, con posibles multas por incumplimiento. El RGPD ya hace tiempo que atribuye a la alta dirección la responsabilidad de proteger los datos personales, con sanciones severas en caso de incumplimiento. En el sector financiero, el DORA (Digital Operational Resilience Act) exige ahora que los Consejos garanticen la solidez de las operaciones digitales, con responsabilidad personal de los consejeros si se ignoran las obligaciones de resiliencia. Estos marcos dejan claro que la implicación del Consejo ya no es opcional: es una exigencia regulatoria. 

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Garantizar claridad en los informes 

Uno de los obstáculos más comunes en la implicación del Consejo es la brecha de comunicación entre líderes técnicos y consejeros no técnicos. Las amenazas cibernéticas suelen explicarse con jerga técnica, lo que dificulta que el Consejo evalúe el verdadero nivel de exposición. Los Consejos deberían exigir informes claros, orientados al negocio, que traduzcan los riesgos técnicos en impactos medibles, como posibles pérdidas financieras, tiempos de inactividad o sanciones regulatorias. Cuando los riesgos se expresan en un lenguaje comprensible, pueden evaluarse y priorizarse junto con otras cuestiones estratégicas. 

Exigir evaluaciones basadas en datos 

Los Consejos no deberían basarse en anécdotas o informes puntuales para evaluar la postura de seguridad. En su lugar, deben exigir evaluaciones fundamentadas en evidencias y que puedan seguirse en el tiempo. Auditorías independientes, evaluaciones de madurez y comparaciones con los estándares del sector ofrecen una visión clara de las fortalezas y debilidades. Esto permite a los Consejos comprobar si las inversiones están dando resultados, dónde se encuentran las mayores carencias y cómo se compara la organización con sus pares. Así se crea responsabilidad y se favorece una mejor toma de decisiones. 

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Planificación de escenarios y simulaciones de crisis 

Estar preparado para una brecha significa anticiparse al día en que la prevención falle. Los Consejos deben asegurarse de que la organización cuente con un plan de respuesta a incidentes práctico, probado y comprendido en toda la empresa. Los consejeros deberían participar en ejercicios de planificación de escenarios y simulaciones de crisis. Estas sesiones ponen de relieve lagunas en la comunicación, aclaran rutas de escalada y revelan si la organización puede cumplir con sus obligaciones regulatorias o contractuales bajo presión. Al igual que las pruebas de resistencia financiera son esenciales para la resiliencia, las pruebas de resistencia cibernética son vitales para la preparación ante brechas. 

Alinear los presupuestos con el riesgo 

Una de las herramientas más poderosas del Consejo es la aprobación del presupuesto. Demasiadas veces, las iniciativas de seguridad informática están infradotadas porque se ven solo como costes. Los Consejos deben superar esta mentalidad y considerar el gasto en seguridad como una inversión en resiliencia, continuidad y confianza. La asignación de recursos debe guiarse por evaluaciones de riesgo en lugar de porcentajes arbitrarios del gasto en TI. Alineando los presupuestos con los riesgos más significativos, los Consejos pueden garantizar que los fondos se destinen donde tengan mayor impacto. 

Supervisión continua, no revisiones trimestrales 

Las amenazas cibernéticas evolucionan a una velocidad que supera con creces los ciclos de reuniones del Consejo. Esperar actualizaciones trimestrales corre el riesgo de dejar a los consejeros ajenos a las nuevas exposiciones. Los Consejos deberían exigir visibilidad continua, con paneles de informes que sigan indicadores clave como el tiempo de detección de incidentes, los tiempos de remediación, la resiliencia frente al phishing o las tasas de aplicación de parches. La supervisión constante permite a los Consejos responder a los riesgos en tiempo casi real y adaptar rápidamente la estrategia. 

Integrar la responsabilidad en la gobernanza 

Para estar realmente preparados ante una brecha, los Consejos deben entrelazar la responsabilidad en sus estructuras de gobernanza. Esto puede implicar vincular las métricas de desempeño de los ejecutivos con las mejoras en la postura de seguridad, nombrar a un miembro del Consejo con supervisión específica en ciberseguridad o garantizar que los comités revisen periódicamente el riesgo cibernético. Cuando la responsabilidad es compartida y visible, las organizaciones están mejor posicionadas para responder eficazmente a una brecha. 

Fortalecer las relaciones con los líderes de seguridad 

Los Consejos preparados para una brecha fomentan una relación de colaboración con los CISOs y otros líderes de seguridad. Esto significa ir más allá de las actualizaciones superficiales y entablar un diálogo constructivo sobre prioridades, riesgos y estrategia. Los consejeros deben alentar la transparencia, premiando la honestidad sobre los retos en lugar de penalizarla. Al generar confianza, los Consejos capacitan a los líderes de seguridad para plantear cuestiones difíciles y obtener el apoyo necesario para mejorar la resiliencia. 

Incident Response como prioridad del Consejo 

La Incident Response (IR) es el proceso estructurado de detección, gestión y recuperación de una brecha cibernética. Aunque la ejecución operativa pueda recaer en los equipos de seguridad, los Consejos tienen la responsabilidad última de garantizar que las capacidades de IR sean sólidas, estén probadas y cumplan con las expectativas regulatorias. 

Los Consejos deberían exigir que los planes de Incident Response estén: 

  • Documentados y actualizados regularmente para reflejar la evolución de las amenazas y los cambios organizativos. 
  • Probados mediante ejercicios que simulen brechas reales, incluidos ransomware y amenazas internas. 
  • Integrados en la planificación de la continuidad de negocio, garantizando que las operaciones puedan continuar incluso durante un incidente. 
  • Alineados con las estrategias de comunicación, de modo que las partes interesadas, reguladores y clientes se gestionen adecuadamente. 

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